I. El tiempo de Cuaresma
6. «La celebración anual de la cuaresma es un tiempo favorable, durante el cual se asciende a la santa montaña de la Pascua».
«El tiempo de cuaresma, con su doble carácter, prepara tanto a los catecúmenos como a los fieles en orden a la celebración del misterio pascual. Los catecúmenos se encaminan hacia los sacramentos de la iniciación cristiana, tanto por la «elección» y los «escrutinios», como por la catequesis; los fieles, por su parte, dedicándose con más asiduidad a escuchar la Palabra de Dios y a la oración, y mediante la penitencia, se preparan a renovar sus promesas bautismales».
Las celebraciones propias del tiempo de Cuaresma
11. Los domingos de Cuaresma tienen precedencia sobre todas las fiestas del Señor y sobre todas las solemnidades. Las solemnidades que coincidan en estos domingos han de anticiparse al sábado. Las ferias de Cuaresma tienen preferencia sobre las memorias obligatorias.
12. Debe darse, sobre todo en las homilías del domingo, la catequesis del misterio pascual y de los sacramentos, explicando con mayor profundidad los textos del leccionario y, de modo especial, las perícopas evangélicas, que aclaran los diversos aspectos del Bautismo y de los demás sacramentos, así como la misericordia de Dios.
13. Los pastores expondrán la Palabra de Dios, más a menudo y con mayor empeño, ya en las homilías de los días de feria, ya en las celebraciones de la Palabra de Dios, ya en las celebraciones penitenciales, ya en las predicaciones especiales propias de este tiempo, ya en las visitas que hagan a las familias o grupos de familias para su bendición anual. Los fieles participen frecuentemente a las Misas feriales, y, si no les es posible, se les invitará al menos a leer, en familia o privadamente las lecturas del día.
14. «El tiempo de Cuaresma conserva su carácter penitencial». «Incúlquese a los fieles por medio de la catequesis la naturaleza propia de la penitencia, que junto con las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios».
La virtud de la penitencia y su práctica son siempre elementos necesarios de la preparación pascual: la práctica externa de la penitencia, tanto de los individuos como de toda la comunidad ha de ser el resultado de la conversión del corazón. Esta práctica, si bien debe acomodarse a las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo, sin embargo no puede prescindir del espíritu de la penitencia evangélica, y ha de orientarse también al bien de los hermanos.
No se olvide tampoco de la participación de la Iglesia en la acción penitencial, e insístase en la oración por los pecadores, introduciéndola frecuentemente en la oración universal.
15. Recomiéndase a los fieles una participación más intensa y más fructuosa en la liturgia cuaresmal y en las celebraciones penitenciales. Exhórteseles, sobre todo, para que, según la ley y las tradiciones de la Iglesia, se acerquen en este tiempo al sacramento de la Penitencia, y puedan así participar con el alma purificada en los misterios pascuales. Es muy conveniente que el sacramento de la Penitencia se celebre, durante el tiempo de Cuaresma, según el rito para reconciliar varios penitentes con la confesión y absolución individual, tal como viene indicado en el Ritual Romano.
Los pastores estarán más disponibles para el ejercicio del ministerio de la reconciliación, y darán facilidades para celebrar el sacramento de la Penitencia ampliando los horarios para las confesiones individuales.
16. Todas las diversas manifestaciones de la observancia cuaresmal han de contribuir a mostrar y fomentar la vida de la Iglesia local. Por esta razón se recomienda que se mantengan y renueven las asambleas de la Iglesia local según el modelo de las antiguas «Estaciones» romanas. Estas asambleas de fieles pueden ser convocadas, especialmente presididas por el Pastor de diócesis, o junto a los sepulcros de los santos, o en las principales iglesias de la ciudad, o en los santuarios, o en otros lugares tradicionales de peregrinación que sean más frecuentados en la diócesis.
17. «En tiempo de Cuaresma queda prohibido adornar con flores el altar, y se permiten los instrumentos musicales sólo para sostener el canto», como corresponde al carácter penitencial de este tiempo.
18. Asimismo desde el comienzo de la Cuaresma hasta la Vigilia pascual no se dice Aleluya en ninguna celebración, incluidas las solemnidades y las fiestas.
19. Los cantos de las celebraciones, y especialmente de la Misa, así como los de los ejercicios piadosos, han de ser conformes al espíritu de este tiempo y corresponder lo más posible a los textos litúrgicos.
Foméntense los ejercicios piadosos que responden mejor al carácter del tiempo de Cuaresma, como es el «Via Crucis», y sean imbuidos del espíritu de la liturgia, de suerte que conduzcan a los fieles a la celebración del misterio pascual de Cristo.
c) Elementos propios para determinados días de la Cuaresma
21. El miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos inician con la imposición de la ceniza el tiempo establecido para la purificación del espíritu. Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición del hombre pecador, que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo para con él. Con este mismo signo comienza el camino de su conversión que culminará con la celebración del sacramento de la Penitencia, en los días que preceden a la Pascua.
La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer o durante la Misa o fuera de la misma. En este caso se inicia con la liturgia de la Palabra y se concluye en la oración de los fieles.
22. El miércoles de ceniza es un día penitencial obligatorio para toda la Iglesia y que comporta la abstinencia y el ayuno.
23. El Domingo I de Cuaresma es el comienzo del venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual. En la Misa de este día utilícense elementos que subrayen su importancia, por ejemplo la procesión de entrada con el canto de las letanías de los Santos. Es conveniente que el Obispo celebre dentro de la Misa del Domingo I de Cuaresma el rito de la elección de los catecúmenos en la iglesia catedral o en otra iglesia, de acuerdo con las exigencias pastorales.
24. Las perícopas evangélicas de la samaritana, del ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro, propias de los domingos III, IV y V de Cuaresma del año A, dada su importancia en relación con la iniciación cristiana, pueden leerse también en los años B y C, especialmente allí donde hay catecúmenos.
25. En el IV domingo de Cuaresma («Laetare»), así como en las solemnidades y fiestas, se permiten los instrumentos musicales y adornar el altar con flores. En el mencionado domingo se pueden usar ornamentos de color rosado.
26. La costumbre de cubrir las cruces y las imágenes de las iglesias, a partir del domingo V de Cuaresma, puede conservarse, a juicio de la Conferencia de los Obispos. Las cruces permanecen cubiertas hasta después de la celebración de la Pasión del Señor, el Viernes santo, y las imágenes hasta el comienzo de la Vigilia Pascual.