Espiritualidad litúrgica: la Cuaresma en diez pasos…

Espiritualidad litúrgica: la Cuaresma en diez pasos…

1. ¿Qué es la Cuaresma? Es un camino que la Iglesia –no sólo tú o yo- realiza durante cuarenta días, desde el Miércoles de Ceniza hasta la celebración del Triduo Pascual, que es la fiesta más importante del año para los cristianos. En ese camino, los que estamos bautizados hacemos penitencia como preparación para la fiesta de Pascua, y oramos intensamente por los que no están bautizados pero van a ser bautizados en esa noche, en la Vigilia Pascual. Por eso, para todos es un camino de conversión, de poner lo primero a Dios, pues ponemos tantas cosas por delante de Él…

2. ¿Por qué empieza la Cuaresma con el rito de la imposición de la ceniza, en el Miércoles de Ceniza? La imposición de la ceniza es un antiguo rito penitencial, que servía para indicar que somos conscientes de nuestra pobreza, de que fuimos formados del polvo, del barro, y que necesitamos la ayuda de Dios para ser buenos, para ser santos, para ser algo valioso y eterno como Él es. De hecho, al imponernos la ceniza escuchamos: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Hasta el día de nuestra muerte, tratemos de hacer las cosas como Dios quiere, para que del polvo seamos resucitados por la fuerza de la Pascua, a la vida eterna.

3. ¿Por qué una Cuaresma, cuarenta días? Cuarenta días ayunó Jesús en el desierto, como preparación para comenzar su tarea de anuncio del Reino de Dios. Cuarenta días ayunó Moisés antes de recibir la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, y cuarenta días ayunó Elías antes de experimentar la presencia de Dios a su lado. Cuarenta años pasó Israel en el desierto, antes de entrar en la tierra prometida. Por eso, el número cuarenta tiene un profundo mensaje: es tiempo de preparación. ¡Piensa que luego vienen aún más, cincuenta, de celebración! Lo que viene es muy importante, y se prepara profundamente, intensamente, tal y como el Señor, y como Él tantos grandes santos, nos han enseñado en la historia de la salvación. Cuarenta no es un capricho, es reconocernos herederos, miembros de un pueblo que busca a Dios, que quiere encontrar a Dios, reconocerlo y estar con Él para siempre.

4. ¿Cuál es la principal propuesta que la Iglesia nos hace a los cristianos en este tiempo? Alimentarnos… con la Palabra de Dios. Así le dice Jesús a Satanás, en el evangelio: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). Nosotros no cambiamos por iniciativa propia, la Cuaresma no es un proyecto personal, fruto de nuestra inteligencia o bondad: cambiamos porque Dios nos dirige su palabra, y por ella nos llama y nos anima a ir haciendo en nuestra vida según Él quiere. Así, no es nuestra imaginación o nuestro cálculo el que nos hace avanzar, sino leer cada día un poco de la Sagrada Escritura, y hacer silencio en lo profundo del corazón cada día con esa palabra, en cada momento, ante todo lo que vivamos.

5. ¿Cuáles son los elementos más característicos de la Cuaresma? La Iglesia nos propone cada año tres ejercicios a practicar, siguiendo el evangelio del mismo Miércoles de Ceniza (Mt 6, 1-18): el ayuno, la oración y la limosna. No son ejercicios de superación personal, que nos vuelvan vanidosos, son una respuesta al amor de Dios, a su misericordia con nosotros: por eso, con ellos queremos mostrar que lo primero para nosotros es el amor de Dios y el amor al prójimo. Conviene que estos tres ejercicios tengan su forma propia y peculiar en este tiempo, porque el amor no se improvisa, sino que las cosas importantes se piensan, se preparan y se ponen en práctica.

6. ¿Hay algunas formas más oportunas para rezar en este tiempo? Hay, sin duda, un texto por encima de todos los demás, que la Iglesia nos propone para la Cuaresma: son los relatos de la Pasión del Señor. En cualquiera de los cuatro evangelios, se nos cuenta el camino hacia la muerte de Cristo, que acepta obediente por nuestros pecados. Meditarlo durante estos cuarenta días es una forma preciosa de preparar las fiestas de Pascua. Y más aún, si vamos a visitar o a hacer compañía a alguien enfermo, leerles ese texto les ayudará a darse cuenta de lo unidos que están en su dolor a Jesús, que padeció por nosotros. Por eso, la Iglesia recomienda en Cuaresma el ejercicio delVia Crucis, siguiendo el camino de la cruz del Señor.

7. ¿Qué es eso del ayuno? Desde muy antiguo, los cristianos han preparado las grandes fiestas con ayunos y lecturas de la Palabra de Dios. Ayunar es hacer sitio a vivir de la Palabra de Dios, y la Iglesia lo manda, para los mayores de 18 años y menores de 60, el Miércoles de Ceniza, que tiene un sentido penitencial, y el Viernes Santo, que tiene un sentido pascual, de preparación para la fiesta. Los ayunos consisten en no hacer sino una sola comida al día; pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la mañana y a la noche. Otra cosa distinta es la abstinencia, que la Iglesia manda desde los 14 años en adelante para todos los viernes del año (aunque se puede cambiar por otra forma de penitencia, salvo en viernes de Cuaresma, que no se puede cambiar por nada), que es una forma de recordar que en un viernes, la carne de Cristo colgó del madero por nuestros pecados. Ayunamos o nos abstenemos de comer algo como un signo, porque lo que queremos es ayunar del pecado; no tendría sentido abstenerse de comer carne, que es un esfuerzo mínimo, pero no abstenerse de juzgar o de tener envidia, esfuerzos verdaderamente valiosos.

8. ¿Es importante confesarse en Cuaresma? La confesión es la forma sacramental por la que manifestamos una actitud de arrepentimiento y conversión ante nuestros pecados, por eso es muy recomendable especialmente en este tiempo del año. Estaría muy bien que la preparáramos con un buen examen de conciencia, profundo, humilde, y que con ella iniciáramos la Cuaresma, para que antes de entrar en la Semana Santa (no dejándolo para el último momento, el Jueves o el Viernes Santo, con prisas), repitiéramos con la misma intensidad para preparar la fiesta de Pascua. La Cuaresma es tiempo para experimentar que el Señor nos acompaña y anima a pesar de nuestras debilidades y pecados, y que justamente por su amor, podemos encontrar las fuerzas necesarias para convertir nuestra vida a lo que Él desea que hagamos. Una Cuaresma sin confesión, sin una buena confesión, es algo raro, algo incompleto, que tiene que hacernos meditar por qué sucede eso y qué estamos buscando en este tiempo. Así que sí, la Cuaresma tiene como un elemento esencial no la ceniza, no los ramos, y sí la confesión, por encima de todo lo demás.

9. ¿Entonces la Cuaresma es un camino de amor? Sí, sobre todo, es un camino de amor. Dios liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto precisamente por su amor, “porque es eterna su misericordia”, y al amor se responde con amor. Convertirnos no es perfeccionarnos, no es un camino de superación, de revisión, de “puesta a punto”, tanto como un volver a lo primero, un tiempo para reconocer que Dios es lo primero y que amarlo sobre todas las cosas es lo primero que nos ha pedido. De ese amor sale una forma propia del cristiano de vivir este tiempo, que los demás notan y de la que se benefician. Pensemos en quién recibe más amor de nuestra parte en Cuaresma. Es el amor el que nos hace cambiar a lo que Dios espera de nosotros y la Iglesia necesita. Es el amor el que hace que no seamos polvo eternamente, sino hijos amados de Dios. Es el amor el que nos anima a perseverar en nuestra vida de fe. Por eso, la Cuaresma nos llama a mirar, sobre todo, el lugar que el amor a Dios y al prójimo ocupan en nuestra vida.

10. ¿Algún consejo más para vivir estos días? Pues sobre todo: la primera parte de la Cuaresma, las primeras semanas, las lecturas de la misa nos van a enseñar que verdaderamente necesitamos todos cambiar de vida, vivir determinadas virtudes, practicar el amor al prójimo. Vamos a intentarlo. Pero después, las últimas semanas, nos van a enseñar a caminar de la mano del Señor hacia Jerusalén, hacia su pasión. Será entonces tiempo de contemplar cómo avanza el Señor hacia la cruz, por nuestra salvación. Entonces, será Él quien haga, nosotros los que lo contemplemos. Aprovechemos la Cuaresma para aprender a no querer hacer tanto, y a saber dejarnos hacer: Dios hace nuestra salvación, y nosotros… nosotros nos preparamos para acogerla y agradecérselo.