Para orar con los salmos

Para orar con los salmos

I Domingo de Cuaresma
Salmo 24

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
Gloria.

Oremos. Líbranos de todas nuestras angustias, oh Dios, que amas con ternura,
porque es a ti a quien elevamos nuestras almas.

No te acuerdes de nuestros pecados de juventud ni de la ignorancia que entonces nos guiaba;
y si, por negligencia, caímos en algún pecado perdónanos movido por tu clemencia.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

II Domingo de Cuaresma
Salmo 115

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria.

Oremos.Tú, Señor, que lavas de los pecados
y consuelas sin tardanza el alma
del que te invoca con fidelidad,
te pedimos que, liberados de los peligros del infierno
y destruida la muerte del pecado,
nos conduzca de nuevo al país de la vida.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

III Domingo de Cuaresma
Salmo 18

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.

Gloria.

Oremos. Oh Dios, fuente de toda bondad, fruto de un tálamo virginal
tú nos salvaste y nos elevaste a la derecha del Padre.
Te suplicamos, por tu gran misericordia,
que, habiendo sido convertidos por tu ley,
iluminados por tus preceptos
e instruidos por tus palabras,
merezcamos ser purificados
tanto de los males que nos son ajenos
como de los pecados que desconocemos

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

IV Domingo de Cuaresma
Salmo 136

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

Gloria.

Oremos. Dios todo poderoso, que nos libras de toda esclavitud,
concédenos cantar tus alabanzas con espiritual armonía,
y así como el peso del pecado
hizo antes que fuésemos desterrados,
el poder de tu diestra nos dé la libertad
y nos haga de nuevo ciudadanos del cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

V Domingo de Cuaresma
Salmo 50

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Gloria.

Oremos. Oh DiosTrinidad, cuyo nombre es inefable,
e inagotable la misericordia,
a ti, que purificas el abismo del corazón humano
y haces que sea más blanco que la nieve,
te pedimos que renueves en nuestro interior
tu espíritu de santidad,
por el que podemos cantar tus alabanzas.
Fortalecidos así por un espíritu firme y magnánimo
alcanzaremos las moradas eternas de la Jerusalén celestial.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

VI Domingo de Cuaresma. Domingo de Ramos
Salmo 21

Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.»

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel.

Gloria.

Oremos. Señor y Dios nuestro, misericordioso hasta el extremo,
que por nosotros bajaste al seno de una virgen,
fuiste condenado a muerte de cruz,
taladrado por los clavos
después que tus vestidos fueran repartidos a suertes,
y resucitaste libre del abismo:
te pedimos que no olvides este santo intercambio,
ya que arrancaste a tu pueblo de las fauces del león,
así como salvaste a nuestros padres que esperaron en ti.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.