Asunción de la Virgen María

15 de agosto de 2024

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Asunción de la Virgen María

La Asunción de la Virgen es una de las fiestas más antiguas del calendario cristiano. Los orientales la llamaban la Pascua de María. La Pascua de Jesús, es decir, su paso de la muerte a la resurrección, es el centro de nuestra fe; la Pascua de María, su paso de la muerte a la resurrección de la carne, es el culmen de las “obras grandes” que Dios ha hecho en María.

Yo les recomiendo que vayan luego a Google y busquen algunas de las antiguas imágenes de la muerte de María, o su dormición, que también se llamaba esta fiesta, y verán a la Virgen puesta en un lecho, rodeada por los apóstoles, y a su lado aparece Cristo, que lleva en sus brazos como un bebé, vestido de blanco, el alma de la Virgen, que va a subir al cielo.

También por eso, la Iglesia de Alejandría llamaba a María desde antiguo la Blanca Paloma, y así la celebraban hoy, porque ella, limpia de toda mancha de pecado, sube al cielo; es una referencia a su principio, es decir, a su inmaculada concepción, y a su fin, a su asunción.

Y cuando la Iglesia celebra esto, cuando contempla con esa belleza a María subir al cielo, como la describía también el Apocalipsis en la primera lectura, ¿qué contempla? ¿somos capaces de intuir, en ese misterio, algo más de lo que vemos a simple celebramos? En María asunta, elevada al cielo, la Iglesia contempla su destino.

María, una como nosotros, está en cuerpo y alma en el cielo, desde ese faro recibimos luz que nos ilumina para ir hacia allá, nos muestra que hay un camino que ha abierto su Hijo Jesucristo, para que nuestra vida no esté limitada a este mundo, con sus alegrías y tristezas, sino que la muestra como es realmente: un camino al Padre.

Y así, la asunción de María nos muestra cual es nuestra esperanza, y por lo tanto purifica nuestras esperanzas. Esta fiesta nos ayuda a valorar qué es lo que esperamos, lo que nuestro corazón desea de verdad, lo que se va afianzando en nuestro corazón como verdadero deseo, más allá de las cosas pasajeras o caprichosas que elevamos a importantes.

Por eso, también esta fiesta purifica nuestros métodos: en el evangelio que hemos escuchado, Isabel le dice a María “Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”, y María responde que Dios “ha mirado la humildad de su esclava”. Es decir, que merece la pena apostar por la forma de hacer de Dios, que merece la pena apostar por el bien, por la verdad, por la humildad. Que lo demás se queda en la tierra, nos ata a la tierra, pero los métodos de María son métodos correctos para vivir la fe, para vivir la vida, para vivir en el cielo. Que las cosas de María, su forma de creer en Dios y lo que eso afecta a nuestras cosas aquí, son un camino de humildad para que Dios haga “obras grandes”.

Dios no da grandes éxitos sino que hace obras grandes en quien apuesta por llenarse de Dios, se vacía de uno mismo, de sus comodidades y caprichos, de sus deseos e imposiciones, en un camino de humildad.

Y esto nos deja dos pequeñas actitudes que también nosotros podemos revisar a la luz de este día: la primera es la pureza. María sube como blanca paloma, porque ha apostado por la forma de ver y tratar de Dios, no la de la moda o el mundo, no es posesiva, no es dominadora, no es chantajista: en ella se ha cumplido que “bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. La pureza no es una pose, es un corazón deseoso de tratar como Dios lo hace, no como yo me empeño en que sea.

La segunda actitud es la de saber rodearnos de quien nos eleva a Dios. María muere rodeada de quien la eleva a Dios. ¿Quién me eleva a Dios? ¿Qué personas me elevan a Dios y cuales me alejan de Él? ¿Qué amigos me conducen, en mi debilidad, en mi humildad, a elevarme a Dios? En el verano buscamos a los amigos, quedamos, nos organizamos… ¿quedo con quien me eleva a Dios?

Desde antiguo la Iglesia ha dado tanta importancia a esta fiesta que la ha celebrado como una Octava, hasta el día 22. Aprovechemos nosotros también esta Octava para revisar nuestras esperanzas, nuestros métodos, nuestra mirada y nuestros amigos.